viernes, 22 de agosto de 2014


Como un gato infeliz


  

    Y de pronto se comenzó a reír, nos hacíamos bien cuando estábamos juntos, era lindo, era tranquilo, y en el fondo yo sabía que incluso era amor, pero no me atrevía a decir nada, ni siquiera a besarla o incluso a simplemente abrazarla, pero sabía en mi corazón que hoy sería un día especial. Ella tenía unos años menos que yo, y llevaba una vida de pareja estable, sin embargo esa estabilidad, era solo una ilusión, no era más que una sirvienta para su pareja, quien poco y nada le hacía sentir mujer, es cierto que yo ansiaba poder hacerla sentir como una verdadera mujer, tenerla entre mis brazos y hacerla feliz, pero también tenía que entender su situación, sabía que cualquier acto de amor entre nosotros, no sería más que un problema para ella, me cuestionaba cada vez que nos despedíamos, los porqué de esta cobardía de no tomarnos y huir a un mundo mejor, pero todo eso no importaba cada vez que ella reía como lo hacía ahora, yo solo la miraba fijamente y de vez en cuando también reía con sus cosas, sin embargo las risas duraban poco, los encuentros también, y ahora después de una buen momento ya era su hora de marchar, la tome, y la abrase como nunca lo había hecho, ella me apretó muy fuerte y su aroma me conquistaba en cada agitada respiración que mi cuerpo producía, hasta que súbitamente me soltó, y se dio la media vuelta para marcharse, pero no hoy, hoy era un día especial, la tome de brazo con fuerza y la bese tan apasionadamente como mis nervios me permitían, luego de unos momentos, ella se apartó, y mientras lloraba pronuncio ¿Por qué has tardado tanto?, yo solo me pude reír, y secar sus lágrimas, ese día ella no se fue, se quedó a mi lado, finalmente la pude hacer mi mujer y me sentía orgulloso de estar allí desnudos en la cama besando su cuerpo con suavidad, pero mientras más la besaba, más horas pasaban y su silencio más profundo se volvía, en un instante entre al baño, y cuando Salí, ella ya no estaba, solo dejo una pequeña nota con tres simples palabras “gracias y adiós”, pensé que jamás la volvería a ver, y que equivocado estaba, pues volvió a mi casa cada semana, cada vez más, hasta que un día, ella ya no tenía que volver, pues ya no se te tenía que ir, sin embargo, ya no era la misma mujer, sus silencios eran cada vez más largos, y sus cigarros duraban cada vez menos, un día me dijo que tenía miedo y mientras lloraba me pedía hacer el amor, que eso la haría feliz, fue agresiva, fue tortuoso, ella solo se quería desahogar incluso con el tiempo me di cuenta, que tal vez se quería despedir, luego de unas horas, se vistió, y se marchó, esta vez, ella nunca volvió, nunca más supe de ella, nunca más la volví a ver,  solo me dejo su recuerdo, y un amor infeliz, fue una historia fugaz, pero al menos por un tiempo en mi vida, la pude tener.



Jesús Todemun

1 comentario:

  1. A mí me pasó algo parecido. Y al principio, te juro, traté de pensar así, ¡gracias por haberme dado esta oportunidad, vida!, pero después vino otra etapa, ¡maldita vida que me abrió los ojos!, después..., bueno, después simplemente dudo de que haya ocurrido... tal vez lo leí. Seguiré soñando a ver si me pasa otra vez.

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