da, pero ya
sin alma, gimiendo con su último suspiro por piedad para acabar con su vida,
“no, por favor, no me lleves al hospital, no quiero mejorar, no quiero
recordar” podía leer el oficial en aquellos ojos que al verle dejaban desbordar
una pequeña lagrima de súplica para terminar con su sufrimiento. Muchas veces
el arma de Castillo se había disparado para acabar con algún criminal, pero
nunca para terminar con la inocente vida de un simple niño, quien sabe que
infiernos tuvo que pasar para quedar así, solo él los sabe, solo él los sabe y
ya pronto, nadie más.
Jesús Todemun