lunes, 11 de abril de 2016



El país de las maravillas

    ― Creo Javier ―Susurro Alicia llena de odio con la voz temblorosa soportando el llanto que sus ojos querían desbordar ―Que al menos merezco algo de respeto de tu parte.
          ― ¿Niga woooot? ―Respondí algo nervioso y de la manera más estúpida posible mientras en sus ojos podía ver el error que acababa de cometer.
        ― Puta Javier, siempre la misma wea ―Gritó Alicia mientras finalmente las lágrimas abandonaban sus ojos ―¡No eri capaz de mantener una conversación seria culia’o! ―Proseguía aumentando el tono de su voz, mientras en la mitad de la plaza Victoria los skater nos miraban con cierto recelo, probablemente no era ni la primera, ni la última vez que veían una discusión entre parejas, y probablemente, no era ni la primera, ni la última vez que solo miraban con recelo, haciendo caso omiso a la situación.
         ― Alicia cálmate ―Dije finalmente tratando de estar a tono con la situación, para luego recordar que no existe nada peor en una discusión con una mujer alterada, que pedirle que se calme.
         ― ¿Qué me calme weon? ¡¿Qué me calme weon?! ―Grito Alicia acercando su rostro al mío, escupiendo así, de inconscientemente una gran cantidad de restos de la comida china que acabábamos de cenar ―¿Cómo querí que me calme weon? Todos los días la misma wea Javier, salgo del trabajo, te paso a buscar, te invito a comer a algún lugar bonito, y cuando te trato de hablar de mi día, de mis emociones, de mis trancas, siempre tení alguna excusa de mierda pa no escucharlas o cambiar el tema y tener que irte, ¡Aaaah no! ¡Pero vamo a culiar po! Que ahí está el weon, en primera fila esperando con los condones en una mano y el lubricante en la otra, porque claaaaro, si el weon no me da por el chico, ¡Se enoja po!
         ― Alicia tampoco es tan así…
         ― ¡¿No?! ―Corto Alicia ― ¿Qué tení en los bolsillos weon? ¡¿Qué teni po?! ―Grito mientras se abalanzaba sobre mí introduciendo sus manos en mis bolsillos donde para mi desgracia, efectivamente encontraría los condones ― ¿Y qué es eso entonces weon? ¡¿Chicle?! ―Termino de decir mientras arrojaba los profilácticos en mi cara, limpiando así un poco los restos de comida que anteriormente había escupido en ella, me di cuenta que no había nada que pudiera decir para mejorar la situación, así que simplemente sonreí y espere un poco más de sus descargos.
         ― ¿Qué te hace tanta gracia weon? ―Dijo con el ceño fruncido algo confundida por mi sonrisa ― ¿Acaso te parece divertido verme llorar weon? ―Susurro con la voz quebrada mientras comenzaba a llorar una vez más, haciendo una pausa que solo contenía llanto y mocos para luego levantar el rostro y gritar con aun más fuerzas que la primera vez, arrojando más saliva que comida  ―¡¿Verme gritar en mitad de la calle?! ―Se escuchó al mismo tiempo que sentía un ligero golpe en mi pecho, pero estaba demasiado desagradado con la situación como para ponerle atención, sin embargo, luego del primero le siguieron golpes cada vez más y más fuertes hasta que finalmente tome las muñecas de Alicia y la detuve.
         ― Basta Alicia ―Dije con un notorio desagrado ―¿Cómo es posible que me pidas respeto, si no eres capaz de respetarte a ti misma? ―Pregunte mientras soltaba sus manos, y sin sorpresa alguna recibía un escupitajo en el rostro que me dio pie para limpiar todos los restos de comida de manera disimulada
         ― Ándate a la mierda Javier… ―Susurro Alicia sin saber que más decir, sin embargo yo sabía que más hacer, y fueron esas palabras precisas las que me permitieron dar la vuelta y comenzar a caminar, abandonando aquella incómoda situación.
         ― Eso mariconcito, ¡Ándate! Anda a ver si otra te aguanta como yo po conchetumadre… ¡Oye! ―Grito ―¡No me ignori conchetumadre! ―Volvió a gritar mientras comenzaba a seguirme ―¿A dónde vai weon? ―Espeto confundida.
         ― A mi casa Alicia ―Respondí sin mirarla ni detenerme.
         ― ¿Y vo creí que me podí dejar hablando sola weon?
         ― Me dijiste que me fuera a la mierda, y eso estoy haciendo Alicia.
         ― ¿Y de cuando tan obediente vo weon?
         ― Alicia… ―Susurre deteniéndome para mirarla fijamente y expresarme con calma ―Yo no quiero problemas, no quiero dramas, no quiero discusiones y menos espectáculos nocturnos en mitad de Valparaíso, te lo dije desde un principio, y tú estabas de acuerdo con ello, yo solo quiero verte para el día de mañana tener los testículos más livianos y nada más.
― Culear rico no te da derecho a hablarme así pendejo.
― ¿Tener 10 años más a ti te da derecho a gritarme en la calle? ¿Crees a acaso que soy tu mascota? ¿Qué porque me invitas a comer a restoranes lujosos tienes el derecho de tratarme a gritos? ¿De exigirme cosas? Yo quería meterte el pico y nada más, no quería ni quiero, ni tengo porque ser tu putito personal.
― No se trata de eso Javier…
― ¿Y entonces de que se trata? ―Mi voz comenzaba a sonar con fuerza y la violencia una vez más hacia acto de presencia.
― Es que tu…
― ¿Yo que Alicia? ¿No te pongo atención? ¿No te doy respeto? Alicia, yo escucho toda tu mierda melodramática de veterana con crisis de los 40 después de cada puto polvo, te trato con el mayor respeto a la hora de verte, no me acerco a tu trabajo para evitarte los problemas, y casi ando por las sombras para que tu ex marido nos vea juntos y te lo saque en cara en el juicio de tutela de tus hijos a los que tení mas botaos que la cresta, ¿De qué respeto me hablai conchetumadre? Lávate la boca antes de hablar de respeto weona penca, tratai como las weas a todos tus empleados, tení en la ruina a tu ex marido, a tus hijos los cría la nana y a mí me tratai como si fuera tu putito personal, todos estos problemas por sexo no valen la pena Alicia, yo me voy pa mi casa, ve tu que wea haces con tu vida, a mi sinceramente no me interesa ―Sentencia mientras giraba una vez más para seguir mi camino al paradero.
― Javier espera…
― No Alicia, entiende ¡No! ―Dije levantando finalmente la voz ―Déjame piola, no me interesa volver a verte, o hablarte, o nada, estoy chato de ti, y tus melodramas de mina cuica, así que déjame piola porfa…
Escuche como Alicia detenía sus pasos al tiempo que comenzaba a llorar y caía el piso, deseaba voltear y abrazarla, deseaba voltear, levantarle, limpiar su rostro y decirle que todo estaría bien, pero no era así, su vida estaba arruinada y yo no era más que su excusa para llorar, gritar y gemir, yo no era más que su excusa en esta vida para volver a sentir, paso a paso su llanto se perdía en el silencio de la noche porteña mientras yo me inundaba una vez más de preguntas que tantas otras veces me había respondido entre cigarros y alcohol ¿Es acaso esta la real naturaleza humana? ¿Es acaso esto lo que realmente desean todas las personas? ¿Es tan necesaria toda esta violencia? ¿Todo este drama existencial? Alicia había conocido el país de las maravillas conmigo, tenía buen sexo, me tenía cuando quería, y yo jamás le cuestionaba, pero así como el conejo, yo también pude ver que se me hacía tarde, y que con ella solo caería más y más profundo en aquel agujero, era momento de despertar, y para mi fortuna, este había sido el momento oportuno… ahora solo me queda pensar ¿Qué será lo que Alicia envié mañana a mi casa como encargo especial para pedir disculpas? Espero sinceramente, que sea un Rolex.