miércoles, 23 de noviembre de 2016



Nada


Me senté a escribir sin ánimos de hacerlo, había sido un día horrible, y el licor se había terminado, “no hay nada por lo que vivir” me repetía una y otra vez mientras poco a poco mi mujer me desvestía buscando ser complacida sexualmente, era agradable como ya en este punto de nuestras vidas, ella no exigía realmente mucha devoción matrimonial, más que lo esencial, no me resistía a su necesidad física, y ella no se entrometía con mis letras, la veía de reojo como jugueteaba con mi lánguido miembro mientras tecleaba una a una las pútridas letras de odio en mí ya gastada máquina de escribir, el sonido era intenso, y mientras más lograba redactar, más crecía entre mis piernas una acobardada erección que sin reclamo alguno mi mujer gozaba sin parar, admito sin embargo que me gustaba la increíble armonía que sus fluidos manejados por sus ya diestros dedos, hacían al compás de mi tecleo, me dejaba llevar por aquel ligero sonido y aceleraba tanto mi escritura, como ella su placer, y sin darme cuenta, una vez más esa cansada mujer, me ayudaba a terminar mis cuentos, a pesar de no tener licor, me ayudaba a sentir placer por lo que hago, a pesar de no tener deseos, y me ayudaba a sentirme vivo, a pesar de saber que ya no hay nada por lo que vivir…

sábado, 19 de noviembre de 2016



Dignidad 


No comprendo, no comprendo, sinceramente no comprendo…

Me levanto por las mañanas algunas veces cansado y dolido por la resaca de la noche anterior, escapando de los intensos rayos de sol que por mi ventana se filtran sin compasión, debo tratar de comprender y encajar en esta sociedad, así que me arrimo a la cocina y me enjuago los dientes con el whisky más barato que puedo encontrar, aquel que es caro lo uso como excusa para beber sin parar cuando digo que debo escribir aunque no pueda nada avanzar, apretó mis ojos y trato de recobrar la compostura, pero aunque no lo desee escucho las bocinas de los autos fuera de mi casa, la gente se atormenta sin compasión para llegar temprano a sus cárceles obligadas, esas que creen pueden elegir esas con las que dicen poder ser dignos a final de mes, “el trabajo dignifica” me dice mi mujer diariamente cuando llega de trabajar, “no mujer” respondo cada vez, “el trabajo no te hace más digna ante los ojos de esta sociedad, ganar dinero es lo que tu exclamas como dignidad, compréndelo de una vez, te lo ruego amada mía, y por favor, déjate de webiar” la gente le mete cosas en la cabeza, le dice que soy un vago por no salir a laburar, pero en el fondo ella sabe que trabajo día a día sin parar, tal vez solo le molestan las botellas de alcohol repartidas por doquier en este hogar, se va gruñendo luego de eso, se va al baño, a ella le gusta llegar a cagar, ni eso tranquila puede hacer a donde va a trabajar, por eso no comprendo este mundo, tan horrible y sepulcral, te ponen en un lugar incomodo a hacer cosas que detestas pero las haces igual, nadie se ve feliz cuando tiene que trabajar, ni yo que amo lo que hago me siento feliz de sentarme en mi propio hogar a trabajar, por eso bebo, y bebo sin parar, para perder la conciencia de este mundo y olvidar que lo quiero explicar, esa patraña de comprender al mundo, ¿A quién quiero engañar? Aunque lo entendiera, nadie lo querría escuchar, porque a nadie le interesa realmente escuchar, todos quieren hablar, expresar y balbucear, así que digo adiós a toda esa mierda y abro otra botella de lo que sea que sea alcohol, mi objetivo es estar ebrio, ebrio y desinhibido, poder desnudo cabalgar en la conciencia de miles, y con mi sexo perturbar, ah… que placer aquel que obtengo al acariciar, aquellas mentes débiles y cansadas que se sienten dignas cuando con su sucio dinero compran mis palabras sin dudar, compren ¡compren! Su sucio dinero me hace digno para holgazanear, me hace digno para tomar, una que otra copa, hasta que la conciencia se extinga, hasta que la vida termine, hasta que mi sexo se acabe.


viernes, 18 de noviembre de 2016



Ciudad 


Sobre las nubes existe una ciudad, no es tan espectacular como suena, no se emocionen, es solo una ciudad más, incluso cuando camino por sus calles y llego al final de esta viendo lo pequeña que es, me cuesta pensar que pueda ser una ciudad, pero aquí a las personas les gusta sentir que no son menos ante aquellos que viven en la tierra, detestan sentirse pueblerinos entre las nubes y por ello hacen tanto énfasis en que esta es una ciudad. Aquí nada es muy divertido la verdad, tienes que siempre tener cuidado al jugar, las cosas cuando caen se pierden y nunca las vuelves a recuperar, la ciudad se mueve constantemente, y nadie la puede parar, cuando pequeño me contaba mi abuelo que antes elegían un alcalde quien la ciudad podía manejar, cada cierto tiempo la llevaba por distintos puertos y dejaban a la gente turistear, dice que así conoció a mi abuela, una mujer de tierra, aquello eran los años dorados de la ciudad, tiempos en que esta no era la única ciudad, tiempos en que se vivía en paz, las guerras y los conflictos de la tierra no nos alcanzaban, pero un día ya no se pudo más, la gente solo quería escapar, y las ciudades en los cielos se comenzaron a sobre poblar, algunas cayeron sobre tierra, otras sobre el mar, las vidas se perdían y nadie quería la culpa acatar, los alcaldes renunciaron y las ciudades vagaron, no sé cuantas más por allí quedaran, solo sé que esta es aburrida, pero al menos tiene vida, me hubiera gustado conocer la tierra, pero por lo que me cuenta mi abuela, lo ideal fue escapar de ella, tal vez me alegro de vivir aquí, solo me gustaría tener a alguien con quien compartir esta soledad…