martes, 21 de noviembre de 2017

Pomo

― ¿A dónde vas? ―Inquirió molesta mientras avanzaba hacia la puerta.
― Al trabajo ―Conteste incomodo sabiendo al ver su mirada que ella ya conocía la respuesta.
― Tú no tienes un trabajo ―Espetó acortando la distancia.
― Tú ni siquiera existes ―Murmure esquivando su mirada.
― Existo tanto como existes tú…
― Pasamos por esto cada década ―Corte molesto ―Cada ¡maldita! Década.
― Y a pesar de ello, llevas más de cien años insistiendo con eso de trabajar ―Refuto sin vacilar.
― ¿No podrías simplemente sonreír y desearme un buen día?
― Nosotros ni siquiera tenemos percepción del tiempo imbécil.
― Todo está en tu cabeza…
― ¿Cual cabeza imbécil? ―Espetó cortante.
― Sabes que me desagrada que me insultes tanto…
― ¿Y qué vas a hacer? ―Interrumpió ―¿Matarte? ―Preguntó irónica ―Pues te tengo malas noticias, ya lo hiciste imbécil
― No fue mi culpa y lo sabes…
― Se suponía que eras tú el que arreglaría la fuga.
― Tenía una familia que mantener por si no lo recuerdas, un trabajo al que asistir…
― ¿Esa es tu mejor excusa? ―Cortó una vez más ―Cien años aquí… ¡Cien años! ¿Y aún no eres capaz de admitir tu error? ―Podía notar y sentir todo su malestar y sabía que nada de lo que pudiera decir ayudaría, solo me quedaba callar y como siempre esperar más y más insultos mientras miraba fijamente la puerta sin poder avanzar .
― ¿Sabes siquiera porque te detengo siempre que intentas salir? ―Prosiguió.
― Nunca me lo has dicho… ―Murmure.
― Porque allí fuera no hay nada para nosotros… ―Susurro haciendo una pequeña pausa antes de proseguir ―Ni siquiera podemos salir de verdad…
― ¡Eso es una mentira!
― Pues adelante… inténtalo ―Gruñó desafiante, mientras trataba en vano de tomar el pomo de aquella puerta una y otra vez, hasta que finalmente comenzó a reír y pude entender su molestia, riendo junto a ella contagiado con la ironía de nuestras existencias ―¿Que vas a hacer ahora? ―Preguntó sonriente.
― ¿Sabes? ―Susurre ―Fue mi culpa… la verdad es que no sabía lo que tenía que hacer… nunca había cambiado una cañería así que el plan era simplemente salir esa mañana, ir al trabajo y desde allí llamar a un técnico para arreglar todo antes de que pudieras verlo y…
― Gracias... ―Cortó sonriendo con total serenidad mientras poco a poco se acercaba a la puerta, iluminando aquella lúgubre habitación como jamás lo había hecho ―Eso era todo lo que quería escuchar... ―Cerró mientras la puerta se abría para nosotros y una imponente y cálida luz nos abrazaba dándonos aquello que tanto habíamos anhelado… libertad…



No hay comentarios.:

Publicar un comentario