miércoles, 23 de noviembre de 2016



Nada


Me senté a escribir sin ánimos de hacerlo, había sido un día horrible, y el licor se había terminado, “no hay nada por lo que vivir” me repetía una y otra vez mientras poco a poco mi mujer me desvestía buscando ser complacida sexualmente, era agradable como ya en este punto de nuestras vidas, ella no exigía realmente mucha devoción matrimonial, más que lo esencial, no me resistía a su necesidad física, y ella no se entrometía con mis letras, la veía de reojo como jugueteaba con mi lánguido miembro mientras tecleaba una a una las pútridas letras de odio en mí ya gastada máquina de escribir, el sonido era intenso, y mientras más lograba redactar, más crecía entre mis piernas una acobardada erección que sin reclamo alguno mi mujer gozaba sin parar, admito sin embargo que me gustaba la increíble armonía que sus fluidos manejados por sus ya diestros dedos, hacían al compás de mi tecleo, me dejaba llevar por aquel ligero sonido y aceleraba tanto mi escritura, como ella su placer, y sin darme cuenta, una vez más esa cansada mujer, me ayudaba a terminar mis cuentos, a pesar de no tener licor, me ayudaba a sentir placer por lo que hago, a pesar de no tener deseos, y me ayudaba a sentirme vivo, a pesar de saber que ya no hay nada por lo que vivir…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario